miércoles, 18 de julio de 2012


¿Está Gaga?  O ¿Está chocho? 

¡Viejos rompen la paciencia!


Que Uruguay es un país de viejos, no es noticia. Según datos estadísticos del INE la esperanza de vida al nacer de hombres y mujeres es de 76.23 años hasta el 2010. En América Latina representa el país más envejecido, con el 18% de la población mayor a 65 años.

La cuestión es ¿qué factores hacen que nuestra población tenga estas características?

Según estudios realizados y publicados en el Libro “Importante pero Urgente.  Políticas de población en Uruguay” (Autores: Juan José Calvo y Pablo Mieres). El problema de la sociedad uruguaya no es la cantidad de personas envejecidas,  sino la emigración producida en los últimos treinta años, la gran caída de los nacimientos, y el fenómeno de fecundidad insatisfecha, donde las mujeres menos instruidas tienen más hijos que los deseados. 

Estos fenómenos se han ido incrementando década a década, provocando que la sociedad uruguaya tenga que manejar altos costos a nivel social y de salud, exigiéndole así a los ciudadanos en plena edad productiva, la generación de recursos para solventar los gastos además de la implementación de políticas sociales para adultos mayores por parte del estado. 

Ahora bien, ¿qué tipo de cuidados recibe nuestra sociedad de abuelos? 

Gracias a las diferentes políticas sociales propuestas por el Parlamento a través de las leyes 18.617 y 17.066 se crea y entra en funcionamiento en Enero de este año, el Instituto Nacional del Adulto Mayor, que se focaliza en la promoción integral, el diseño, la coordinación, planificación y evaluación de las políticas sociales dirigidas a esta población.

Dentro de la ley 17066 se establecen las diferencias de los posibles centros de cuidados para ancianos con sus correspondientes requisitos, registros y sanciones por incumplimientos.

Analizando esta norma, me interesó profundizar en las residencias de adultos mayores, definidas en el ART4: “se denominarán “residencias”, los establecimientos privados con fines de lucro que ofrezcan vivienda permanente, alimentación y atención geriátrico-gerontológica tendiente a la recuperación, rehabilitación y reinserción del adulto mayor a la vida de interrelación”. 

La situación de las residencias de adultos mayores no es un tema fácil, va más allá del lugar físico. Lamentablemente la información que se brinda es escaza y puede resultar muy poco objetiva. Por este motivo se recurrió a la opinión del Presidente de la Sociedad Uruguaya de Gerontología y Geriatría (SUGG), el Dr. Fernando Botta. 

El especialista emitió conceptos básicos e información variada sobre la situación de los adultos mayores, los diferentes estadios que atraviesan,  la necesidad de las residencias, además de algunas opiniones personales del especialista. 

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), cuando se habla de adultos mayores, nos referimos a todas aquellas personas mayores de 65 años de edad. Siendo este tipo de personas a las que llamamos “viejos”, ya que justamente atraviesan la vejez, una etapa de la vida.  

Vejez y envejecimiento son conceptos que pueden resultar iguales, pero no lo son. Según el Dr. Botta, el envejecimiento es el proceso continuo que se inicia desde la misma concepción y está presente a lo largo de todas las etapas de la vida, inclusive hasta en las “más jóvenes”.

 No dejando de lado la homogeneidad que el concepto conlleva, ya que el mismo engloba aspectos fisiológicos, cronológicos y sociales, resultando evidente que el crecer sin envejecimiento es inexistente. 

Lo que hay que tener en claro, es que tanto el envejecimiento como el crecimiento no son sólo la acumulación de etapas a lo largo de la vida, sino que también la ganancia de vivencias, conocimientos  y creatividad. Cualidades que en algún momento posicionaron al “viejo de la familia” como el sabio, en un lugar de privilegio.

Resulta interesante como se revirtió la imagen del adulto mayor. Actualmente la sociedad se refiere a ellos como los seres molestos, que no se incluyen en ninguna actividad. 
 
Es justamente la nueva concepción que se tiene del adulto mayor uno de los elementos que influye en el uso de las residencias o demás centros asistenciales especializados en esta área. Como escape para la no atención y el cuidado de los mismos. 

Las relaciones y la existencia de redes sociales son parte del desarrollo social del ser humano, no solo en las personas jóvenes, sino que en los viejos también, ya que ayudan al reconocimiento de uno mismo, a la salud y al bienestar.

Como mencionaba anteriormente, la antigua concepción y el respeto a los mayores  es eliminado. El individuo deja de ser eje central en la familia, y resulta discriminado, ya no se le permite vivir bajo el mismo techo. Las redes sociales de los familiares terminan excluyéndolo, tratándolo como un niño no escuchado. 

Es cierto que no solo los ancianos válidos habitan residencias, las personas con discapacidades también forman parte de estos centros ya que es claro que el cuidado de las mismas tiene que ser más exhaustivo.

Mis interrogantes son, en este mundo tan apurado, donde la base del vivir reside últimamente en el consumir ¿las familias de adultos mayores, realmente tienen la necesidad de tener a sus padres, abuelos o tíos en estos centros o quieren comodidad? ¿Algún interés económico?  ¿Acaso, no se ejerce violencia queriendo apartar al viejo de la familia, para que no moleste?

El enfoque de las preguntas  anteriores no apunta a la existencia o no de las residencias, sino al uso que las familias de los ancianos hacen de ellas. 

El enfoque y encare que las residencias deben tener además de la  atención de la necesidades básicas, son también: el trabajo en equipo con varios especialistas (enfermeras, asistentes sociales, dietistas, fisioterapeutas, sociólogos)  la participación de médicos geriatras, que como comentó el presidente de la SUGG, son los encargados de tratar la salud de las personas avanzadas en todos sus aspectos; y sin ser elementos menores,  la promoción de la autonomía, el desarrollo y la dignidad personal  de los residentes. 

A lo largo de los años, Uruguay ha ido modificando los servicios brindados por parte de las residencias, donde muchas han sufrido sanciones por incumplimientos. La situación hoy en día es variada, el estudio de ciertas empresas relacionadas con el rubro, han mostrado la masificación de algunos centros, y el trato “frío” que el personal ejerce hacia los residentes. 

La creación de centros modernos, que tratan al anciano en un sistema más integrado y multidisciplinario, posibilitan la atención de las personas con un encare de seres bio- psicosociales. 

Sin dejar lugar a lo importante para atender lo urgente, y solo apagar incendios, cuestiono la intención y la necesidad de las familias a recurrir de forma inmediata a las residencias con sus familiares sin motivos justificados… o mejor dicho ¿Le gustaría terminar en una residencia siendo un adulto mayor válido?
                                                                                                
                                                                                         Lucía Romero Maga

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