En la historia de la
humanidad aparece una larga lista de nombres de hombres que han hecho aportes
fundamentales para el desarrollo de la civilización; la de mujeres ha quedado
relegada, casi en el olvido, no por ser menos importante sino porque el mundo
machista hizo oídos sordos, ignorándola, y considerándola menos trascendente que la del sexo opuesto.
La emancipación
femenina es una cuestión relativamente reciente, desde el sufragio hasta los
anticonceptivos orales, pasando por el divorcio y la inserción en el mundo del
trabajo, las mujeres han tenido que luchar por estar al menos un par de
peldaños más cerca de los hombres.
La aplicación de
políticas sociales con un tinte cuasi nazista en pro de los derechos de “las
más débiles” ha buscado emparejar mediante legislaciones la situación de estas subordinadas,
lo que representó una solución en el plano teórico, pero en la conciencia
colectiva siguen vigentes dogmas arcaicos que más que tradición demuestran
estancamiento.
Esta aparente “generosidad”
le permitió a las mujeres trabajar, pero por menos salario que los hombres,
teniendo que llegar a casa y seguir con las tareas que antes realizaba. Pero no
podían hacer sus propios reclamos, no por falta de voz, sino porque no eran
escuchadas, dependían de que algún varón con la influencia necesaria se
percatara de lo injusto de su realidad.
No se las ha dejado de
concebir como ‘’una costilla’’, no obstante son constantes las aseveraciones
sobre una sociedad aggiornada, una mentalidad abierta y una cosmovisión moderna,
que poco tienen que ver con la situación de lucha aguerrida por la igualdad que
día a día renuevan las mujeres por obtener el sitio que les pertenece.
En la actualidad cada vez más luchadoras optan
por abandonar el silencio, por enfrentarse a este mundo desbordado de
prejuicios y demostrarle que el cambio viene de la mano de nuevas miradas y que
ellas tienen la llave para abrir las puertas que el hombre aún no se ha animado
a abrir.
Nataly Medina
No hay comentarios:
Publicar un comentario