Medicina, música y docencia...combinan?
Muchas son las maneras que tiene el hombre para
expresar, manifestar, contagiar y transmitir lo que le pasa… y es bien sabido
que la música es uno de esos caminos. Justamente por este motivo entrevistamos
a Ana Laura Sellanes, una joven saxofonista, docente y ex estudiante de
Medicina que nos cuenta un poco el rumbo que tomó su vida a partir de este
arte.
Ana Laura nació el 17 de Mayo de 1983, y vivió
en San José hasta casi los 18 años. Desde los 3 años hasta 4º de liceo fue al
Sa.Fa. y el bachillerato lo cursó en el liceo Nº1.
La influencia de la música en su vida comenzó
desde muy temprano: ya desde pequeña su abuelo le enseñaba algunas cosas como
qué era el pentagrama y la escritura de algunas notas musicales; él tocaba el
bandoneón y componía tango. Recuerda que en la casa de sus abuelos había un
piano, que luego pasó a ser de ella hasta que lo vendieron.
Sus estudios formales de piano y solfeo
comenzaron en la Casa de la Cultura a eso de sus 9 años. Nombra a Liliana
Mangeney como su primera profesora, con quien estudió 5 años. Ya adentrándose
en la adolescencia sus estudios de música quedaron a un lado por los intereses
que en esa edad iba teniendo: los cumpleaños de 15, la gimnasia aeróbica, el
estudio del liceo. “Como que el piano fue quedando” dice.
Cuando estaba en el liceo tenía la cabeza en
estudiar Medicina. De todos modos cuando se fue a Montevideo se anotó en la
Escuela Universitaria de Música pensando que era fácil. Estudió una obra
sencilla para rendir examen de ingreso y no quedó, no se hizo mala sangre
porque era consciente de la poca preparación que había tenido.
Comenzó sus estudios en la facultad de
Medicina, y aunque le iba bien sentía que no estaba comprometida. Hizo los tres
primeros años seguidos y en cuarto se trancó. Cuando estaba en el tercer año de
facultad reenganchó el estudio de piano en la Casa de la Cultura, y al otro año
aprovecho el “descanso” de Medicina y se anotó en el I.P.A. a estudiar
profesorado de Música.
“El I.P.A. me abrió un poco la cabeza”, la
diversidad de gente dedicada a la música (desde murguistas hasta cantantes
líricos) fueron los elementos responsables para que Ana Laura se empapara
completamente en lo musical y le diera un giro al limitado conocimiento que
traía. Ahí se enamoró del jazz.
Resolvió ese año dar los exámenes de Medicina
que le quedaban y los salvó…
En el I.P.A. se hizo amiga de una chica de
Salto que le comentó que en verano iba a comenzar a estudiar armonía en la
Escuela Municipal; dieron la prueba y entraron las dos.
Cursando 4º año de Medicina y yendo al hospital
sentía tristeza: “no encajaba” dice, mientras que cuando iba a clases de
armonía se daba cuenta de que quería esa vida. También ese año comenzó con
clases de saxofón con Alejandra Genta, quien la estimulaba mucho.
Cuando se dio cuenta que quería estudiar música
no dio los exámenes de Medicina y dijo en su casa que quería tomar un año para
hacer lo que tenía ganas de hacer: “en mi casa no entendían nada” comenta.
Comenzó a trabajar para comprarse un saxo y,
para su sorpresa, recibió la ayuda de su abuela, quien pidió un préstamo para
la compra del instrumento. Estudió todo el verano y su profesora la preparó
para dar la prueba en la Escuela Municipal, el estudio de piano que había
tenido la ayudaba: “el asunto con este instrumento era el tema de la
respiración”.
Dio la prueba y entró, durante la entrevista
menciona a Jorge Bingert su profesor de saxofón durante 5 años, veterano, de
pedagogía vieja, con quién aprendió pila.
Es ya atravesando su 4º año de saxofón en la
Municipal que le da por ingresar al nivel superior de la Escuela Universitaria
de Música. Comienza con las clases de saxo en paralelo con la Municipal y se da
cuenta que no le sirve, no le funciona: “Lo que no me gustó fue tener dos
profesores de saxo porque era como que no podía cumplir con los dos”.
Entonces cursa otras materias como “Ritmos
latinoamericanos” con el percusionista Nico Arnicho y “Práctica de conjunto”
con el músico, compositor y escritor Leo Masliah, dejando de lado así el
instrumento de viento en este instituto. Al hablar del curso que tomó con Leo
comenta: “Me anoté con una amiga que toca el saxo. Recuerdo que no éramos
muchos…seríamos como 7 u 8. Guitarristas, pianistas, y de viento eramos
nosotras dos nada más; y bueno, todo lo que tocábamos eran temas de él, justo
dentro de esa formación también hicimos, por ejemplo, un tema nosotras dos, un
dúo, y nos encantó, súper difícil y bien como contrapuntístico (…) eran dos
melodías juntas, con la misma importancia que se iban como mezclando… era un entretejido,
se llamaba Las tejedoras”
Es en verano, tiempo después de haber
finalizado con el curso de “Práctica de conjunto”, que recibe un mail por parte
de Leo donde la invita a participar de un proyecto en creación (al cual su
amiga también es convocada). En Marzo comienzan los ensayos en la casa de él:
“éramos pila, y era una mezcolanza interesante, ya te digo… yo no sé, tendría
cuatro años de saxo, recuerdo que habían tremendos músicos y yo decía '¿qué
hago ahí?'” se acuerda entre risas. El comienzo de este proyecto realmente lo
relata como una aventura, la complejidad de los temas lo decían todo…pero nada
que no se solucionara con práctica y dedicación.
La Orquestita, como se denomina el proyecto de Masliah y del que es parte Ana
Laura, grabó un disco el año pasado, y comenzó sus giras y espectáculos por
muchas partes del país. Actualmente en el mes de Octubre han hecho y seguirán
haciendo shows por todas las facultades de Montevideo.
Ana Laura no solo es parte de La Orquestita,
también forma parte de la Banda Municipal de San José y por si fuera poco es
una de las fundadoras de un cuarteto de saxofonistas, juanto a tres chiquilinas
más, que se llama ELLAS, donde hay dos saxos altos, un barítono y un
tenor. Lo bueno de este conjunto es que no solo le dan importancia a la música
sino que también tratan de explotar lo femenino, siendo la estética un elemento
relevante en el grupo.
Además de ser una joven amante de jazzistas
como Johnny Hodges, John Coltrane, Stan Getz, Maceo Parker y gustosa de muchos
géneros musicales como el tango, la música popular y el candombe, Ana Laura
tiene otro gusto… ser docente de música.
Dicta clases en el liceo y además tiene una
alumna en una escuelita en el Parque Rodó. Le preguntamos sobre su experiencia
con los alumnos y las expectativas que ella ve que tienen con la música y los
instrumentos y su respuesta fue: “Lo que veo es que cuando arranca el año y
presento la materia es como que todos tienen expectativas, a todos les gusta.
Si llevas un instrumento todos quedan asombrados, o cuando cantas... veo como
que les motiva. El asunto es que a veces no tienen medios para comprarse un
instrumento o pagarse clases particulares”.
Volviendo al ambiente musical, Ana Laura nos
comentó que si bien le gusta la música, porque “(...) vos haces lo que te
gusta, podes ser creativo dentro de eso, y además gustarle a la gente… y eso
está buenísimo” no viviría solamente de ella, pues destaca que la docencia
también la atrapa.
Para aquellos curiosos de este arte maravilloso
y terapéutico, que quieran o tengan el sueño de aprender algún instrumento,
decirles que todavía están a tiempo… lean lo que esta joven comenta de lo que
siente al tocar el saxo: “Depende del día… me encanta cuando estoy concentrada
en eso, es como que siento que no podría hacer otra cosa. Me siento bien.
Incluso hay semanas que no tengo tanto tiempo, o un día que tengo reuniones de
profesores, e igual armo el saxofón y tengo esa sensación, es algo que me gusta
tanto, no patológico, capaz que un poco sí” dice entre risas.
Lucía Romero Maga
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