lunes, 22 de octubre de 2012


Medicina, música y docencia...combinan?



 Muchas son las maneras que tiene el hombre para expresar, manifestar, contagiar y transmitir lo que le pasa… y es bien sabido que la música es uno de esos caminos. Justamente por este motivo entrevistamos a Ana Laura Sellanes, una joven saxofonista, docente y ex estudiante de Medicina que nos cuenta un poco el rumbo que tomó su vida a partir de este arte.

Ana Laura nació el 17 de Mayo de 1983, y vivió en San José hasta casi los 18 años. Desde los 3 años hasta 4º de liceo fue al Sa.Fa. y el bachillerato lo cursó en el liceo Nº1. 

La influencia de la música en su vida comenzó desde muy temprano: ya desde pequeña su abuelo le enseñaba algunas cosas como qué era el pentagrama y la escritura de algunas notas musicales; él tocaba el bandoneón y componía tango. Recuerda que en la casa de sus abuelos había un piano, que luego pasó a ser de ella hasta que lo vendieron. 

Sus estudios formales de piano y solfeo comenzaron en la Casa de la Cultura a eso de sus 9 años. Nombra a Liliana Mangeney como su primera profesora, con quien estudió 5 años. Ya adentrándose en la adolescencia sus estudios de música quedaron a un lado por los intereses que en esa edad iba teniendo: los cumpleaños de 15, la gimnasia aeróbica, el estudio del liceo. “Como que el piano fue quedando” dice. 

Cuando estaba en el liceo tenía la cabeza en estudiar Medicina. De todos modos cuando se fue a Montevideo se anotó en la Escuela Universitaria de Música pensando que era fácil. Estudió una obra sencilla para rendir examen de ingreso y no quedó, no se hizo mala sangre porque era consciente de la poca preparación que había tenido. 

Comenzó sus estudios en la facultad de Medicina, y aunque le iba bien sentía que no estaba comprometida. Hizo los tres primeros años seguidos y en cuarto se trancó. Cuando estaba en el tercer año de facultad reenganchó el estudio de piano en la Casa de la Cultura, y al otro año aprovecho el “descanso” de Medicina y se anotó en el I.P.A. a estudiar profesorado de Música. 

“El I.P.A. me abrió un poco la cabeza”, la diversidad de gente dedicada a la música (desde murguistas hasta cantantes líricos) fueron los elementos responsables para que Ana Laura se empapara completamente en lo musical y le diera un giro al limitado conocimiento que traía. Ahí se enamoró del jazz.
Resolvió ese año dar los exámenes de Medicina que le quedaban y los salvó…

En el I.P.A. se hizo amiga de una chica de Salto que le comentó que en verano iba a comenzar a estudiar armonía en la Escuela Municipal; dieron la prueba y entraron las dos. 

Cursando 4º año de Medicina y yendo al hospital sentía tristeza: “no encajaba” dice, mientras que cuando iba a clases de armonía se daba cuenta de que quería esa vida. También ese año comenzó con clases de saxofón con Alejandra Genta, quien la estimulaba mucho. 

Cuando se dio cuenta que quería estudiar música no dio los exámenes de Medicina y dijo en su casa que quería tomar un año para hacer lo que tenía ganas de hacer: “en mi casa no entendían nada” comenta.

Comenzó a trabajar para comprarse un saxo y, para su sorpresa, recibió la ayuda de su abuela, quien pidió un préstamo para la compra del instrumento. Estudió todo el verano y su profesora la preparó para dar la prueba en la Escuela Municipal, el estudio de piano que había tenido la ayudaba: “el asunto con este instrumento era el tema de la respiración”.

Dio la prueba y entró, durante la entrevista menciona a Jorge Bingert su profesor de saxofón durante 5 años, veterano, de pedagogía vieja, con quién aprendió pila. 

Es ya atravesando su 4º año de saxofón en la Municipal que le da por ingresar al nivel superior de la Escuela Universitaria de Música. Comienza con las clases de saxo en paralelo con la Municipal y se da cuenta que no le sirve, no le funciona: “Lo que no me gustó fue tener dos profesores de saxo porque era como que no podía cumplir con los dos”. 
Entonces cursa otras materias como “Ritmos latinoamericanos” con el percusionista Nico Arnicho y “Práctica de conjunto” con el músico, compositor y escritor Leo Masliah, dejando de lado así el instrumento de viento en este instituto. Al hablar del curso que tomó con Leo comenta: “Me anoté con una amiga que toca el saxo. Recuerdo que no éramos muchos…seríamos como 7 u 8. Guitarristas, pianistas, y de viento eramos nosotras dos nada más; y bueno, todo lo que tocábamos eran temas de él, justo dentro de esa formación también hicimos, por ejemplo, un tema nosotras dos, un dúo, y nos encantó, súper difícil y bien como contrapuntístico (…) eran dos melodías juntas, con la misma importancia que se iban como mezclando… era un entretejido, se llamaba Las tejedoras

Es en verano, tiempo después de haber finalizado con el curso de “Práctica de conjunto”, que recibe un mail por parte de Leo donde la invita a participar de un proyecto en creación (al cual su amiga también es convocada). En Marzo comienzan los ensayos en la casa de él: “éramos pila, y era una mezcolanza interesante, ya te digo… yo no sé, tendría cuatro años de saxo, recuerdo que habían tremendos músicos y yo decía '¿qué hago ahí?'” se acuerda entre risas. El comienzo de este proyecto realmente lo relata como una aventura, la complejidad de los temas lo decían todo…pero nada que no se solucionara con práctica y dedicación. 

La Orquestita, como se denomina el proyecto de Masliah y del que es parte Ana Laura, grabó un disco el año pasado, y comenzó sus giras y espectáculos por muchas partes del país. Actualmente en el mes de Octubre han hecho y seguirán haciendo shows por todas las facultades de Montevideo. 

Ana Laura no solo es parte de La Orquestita, también forma parte de la Banda Municipal de San José y por si fuera poco es una de las fundadoras de un cuarteto de saxofonistas, juanto a tres chiquilinas más, que se llama ELLAS, donde hay dos saxos altos, un barítono y un tenor. Lo bueno de este conjunto es que no solo le dan importancia a la música sino que también tratan de explotar lo femenino, siendo la estética un elemento relevante en el grupo.

Además de ser una joven amante de jazzistas como Johnny Hodges, John Coltrane, Stan Getz, Maceo Parker y gustosa de muchos géneros musicales como el tango, la música popular y el candombe, Ana Laura tiene otro gusto… ser docente de música.

Dicta clases en el liceo y además tiene una alumna en una escuelita en el Parque Rodó. Le preguntamos sobre su experiencia con los alumnos y las expectativas que ella ve que tienen con la música y los instrumentos y su respuesta fue: “Lo que veo es que cuando arranca el año y presento la materia es como que todos tienen expectativas, a todos les gusta. Si llevas un instrumento todos quedan asombrados, o cuando cantas... veo como que les motiva. El asunto es que a veces no tienen medios para comprarse un instrumento o pagarse clases particulares”. 

Volviendo al ambiente musical, Ana Laura nos comentó que si bien le gusta la música, porque “(...) vos haces lo que te gusta, podes ser creativo dentro de eso, y además gustarle a la gente… y eso está buenísimo” no viviría solamente de ella, pues destaca que la docencia también la atrapa.

Para aquellos curiosos de este arte maravilloso y terapéutico, que quieran o tengan el sueño de aprender algún instrumento, decirles que todavía están a tiempo… lean lo que esta joven comenta de lo que siente al tocar el saxo: “Depende del día… me encanta cuando estoy concentrada en eso, es como que siento que no podría hacer otra cosa. Me siento bien. Incluso hay semanas que no tengo tanto tiempo, o un día que tengo reuniones de profesores, e igual armo el saxofón y tengo esa sensación, es algo que me gusta tanto, no patológico, capaz que un poco sí” dice entre risas. 


 Lucía Romero Maga


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